Antes de aprender a sumar, ya sabemos pintar y antes de
hablar ya vemos y distinguimos formas y colores, ¿por qué cuando sabemos leer y
escribir el arte pasa a un segundo plano como si fuera algo primitivo y no se
sigue desarrollando? El mundo actual está lleno de imágenes, forman parte de
nuestro entorno desde el principio, entonces ¿por qué coger miedo o quitar
importancia a desarrollar algo que está tan presente en nuestras vidas?
Al igual que el resto de las artes, la educación plástica
tiene poca importancia curricular en las aulas de secundaria. Se dedican menos
horas en clase a su enseñanza y se exige poco trabajo en casa por parte de los
alumnos. Cada vez se utilizan menos materiales limitándose a ceras, lápices de
colores o rotuladores en muchos casos. No se le da la misma importancia que al
resto de asignaturas ni por los alumnos ni por los demás profesores, y lo
preocupante es que cada vez más, los propios profesores de la asignatura le dan
menos importancia y exigencia a sus trabajos.
La mayoría de profesores de esta asignatura se limita a
impartir la teoría que aparece en un libro, haciendo a los alumnos leer y
aprender sin una aplicación práctica posterior que interiorice lo aprendido
mediante la experimentación. La práctica se desarrolla mediante la copia de
láminas prediseñadas que los alumnos reproducen con poca variedad creativa ya
que son muy limitadas y guían tanto su desarrollo que apenas se puede aprender
o saber el porqué de lo que se está haciendo.
Hay una gran falta de motivación de los alumnos por esta
asignatura ya que no le ven su utilidad práctica y no entiende cómo les puede
servir saber “dibujar” cuando en realidad hay muchas más facetas y
posibilidades en la educación plástica en las que cada alumno podría sentirse a
gusto y aprender a desarrollarlas. Su falta de motivación viene en muchos casos
unida al desinterés por parte del profesor que no busca maneras de llegar a sus
alumnos y que ni siquiera se preocupa por si los conocimientos se han
aprendido. En muchos casos, estos profesores colaboran en algún estudio o
realizan otras actividades fuera del horario académico y no dedican el tiempo
suficiente a la preparación de sus clases para que sean dinámicas, diferentes,
motivadoras… Utilizan la docencia como un suplemento, algo que les ofrezca un
sustento económico mientras pueden dedicarse a otras tareas en su opinión más
creativas que les gusta más desarrollar personalmente.
Si se quiere que los alumnos se esfuercen y aprendan de esta
asignatura, como de cualquier otra, se debe empezar con los profesores y la
implicación que tienen en su propia asignatura. Se nota en el desarrollo de una
clase cuando está bien trabajada y preparada, y si los trabajos están bien
estructurados los alumnos podrán ver que el tiempo dedicado a ellos es
productivo y merece la pena. Si los profesores le dan valor a los conocimientos
que imparten y se lo saben transmitir a los alumnos, estos le darán valor a la
asignatura pero depende, en un primer momento, del profesor.
En mi opinión, los profesores de educación plástica deberían
incorporar su creatividad, no solo a sus propios trabajos externos, sino
también a la docencia de su asignatura. De esta manera, se saldría de las
típicas láminas y se desarrollarían trabajos diferentes en los que los alumnos desarrollen
su creatividad y experimenten con diferentes técnicas, haciendo de la
asignatura algo dinámico y novedoso que les motive y les incite a investigar
por su cuenta. Se le debe dar un valor más allá del curricular, haciendo
entender al alumnado la importancia de la educación plástica en la vida y en el
día a día. Esto es algo que se le hace a la mayoría de las asignaturas,
entonces ¿por qué no a la educación plástica como al resto del arte, cuando es
la primera forma que tenemos de expresarnos desde que nacemos?
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